La Ira. Una mañana de otoño, observé a una familia entrar a un restaurant. Padre, madre y su hijo adolescente. Los tres se sentaron en una esquina y mientras observaban el menú, el señor comienza a mirar para todos lados. Después de unos segundos, el señor parecía muy molesto.
En ese momento, llama al mesero y le pregunta enojado:
“¡¿Por qué en este restaurant la luz es tan baja?! ¡No puedo leer lo que dice el menú!”. El mesero, amablemente, le consulta si desea cambiarse a un lugar más iluminado. El señor se niega rotundamente y sigue enojado. Su esposa e hijo miraban la escena sin mencionar palabras. Ante la negativa del señor, el mesero decide ir en busca del encargado del restaurant. En ese momento, el señor se pone de pie y camina descontento hacia la puerta de salida. La familia lo sigue en silencio.
El mesero, al ver lo que pasaba, se acerca a ellos. Les comenta su intención de contactar al encargado del restaurant para ayudarlos, pero el señor, furioso, contesta:
¡No quiero hablar con el manager!…
…¡cómo es posible que este restaurant no tenga la luz suficiente para ver claramente el menú! ¡no puedo creer que aquí trabajen puros imbéciles! La esposa, al ver la reacción del señor decide apoyar su comportamiento diciendo: ¡Este restaurant es pésimo, no queremos hablar con nadie, nos vamos! El hijo seguía sin decir palabra.
El señor camina enfurecido hacia la salida, abriendo las dos puertas con una fuerza indescriptible. La madre y el hijo lo siguen.
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¿Qué es la ira?
La ira, enojo, furia o rabia como muchos la conocemos, es una emoción que los seres humanos sentimos cada vez que pensamos o nos sentimos atacados. Nuestro ritmo cardíaco se acelera, aumenta la presión sanguínea y nuestro cuerpo se dispone a protegerse o defender. El enojo es universal y se considera como una respuesta natural del organismo, puesto que nos advierte de una posible amenaza.
Lo que no es adaptativo es sentir una furia intensa y permanente que provoque comportamientos agresivos hacia sí mismos y los demás.
La ira es un estado emocional que varía en su intensidad. Podemos sentir enojo ante situaciones puntuales o sentir una ira casi incontrolable y desproporcionada, como el caso del señor del restaurant. Esto depende del contexto, de las personas involucradas, de la interpretación que le damos al hecho y de nuestras experiencias de vida. La forma en que hemos aprendido a afrontar nuestras emociones también es un elemento fundamental.
¿En qué momentos sentimos ira o enojo?
Por un lado, nos enojarnos cuando algo no resulta como lo esperábamos, cuando una persona interfiere en el logro de nuestros objetivos o no estamos de acuerdo con alguna decisión. Cuando alguien nos insulta o transgrede nuestros valores, límites o derechos. Por otro lado, sentimos ira cuando hieren a alguien que queremos, al presenciar una injusticia, cuando alguien nos da una orden de manera autoritaria o al perder la paciencia. Podemos enojarnos al recordar eventos del pasado o preocuparnos en exceso por el futuro.
En la actualidad, muchos de nosotros no nos permitimos expresar el enojo. Esto puede deberse a nuestra tendencia de asociar la ira con un comportamiento inmaduro e incivilizado. Generalmente la reprimimos o escondemos, tratando de mantener una falsa tranquilidad. Nos quedamos en silencio y tratamos de controlar esta emoción ante los ojos de los demás. De esta forma, negamos nuestro sentir de manera pasiva, aguantando su liberación.
Este tipo de conductas seudo pacíficas, consideradas como actos de madurez, equilibrio emocional o sabiduría zen no nos beneficia. La represión constante de la ira genera problemas de salud como la hipertensión, estrés y ataques descontrolados de agresión. Además, promueve la aparición de pensamientos violentos y vengativos, acciones autodestructivas y comportamientos pasivo-agresivos como la crítica, el cinismo y la hostilidad. Esto afecta en gran medida nuestra convivencia con los demás y nuestro bienestar en general.
El tema es la educación socioemocional
La mayoría de la población adulta, incluyéndome, no hemos recibido una educación socioemocional adecuada. Esto ha provocado el desconocimiento de las formas de identificar, expresar, aceptar y/o canalizar nuestras emociones. Además, la ira aún es considerada una emoción negativa que no puede ser expresada en público, generando incomodidad, curiosidad, risa o más enojo ante la presencia de alguien enfadado.
Frente a esto, insisto en lo siguiente: Aún estamos a tiempo de llevar una mejor calidad de vida y mejorar nuestras relaciones con los demás. Todo comienza por un conocimiento profundo de nosotros mismos y una educación socioemocional reforzada dentro de nuestras familias y escuelas.
¿Cómo expresar la ira o el enojo de manera saludable?
Una forma sana de expresar la ira es mediante la firmeza y determinación. Reconocer y aceptar que estamos enojados, junto con comunicar los motivos de ello mediante un diálogo sincero, real y transparente, permite ser coherentes con nosotros mismos. Además, resuelve una situación conflictiva de manera positiva, manteniendo una buena relación con los demás. Nos sentirnos más aliviados y creamos una relación sana y respetuosa con nuestro entorno.
Comunicar nuestra rabia con firmeza y determinación, no es sinónimo de agresividad o violencia. Es conectarnos con nuestro sentir y dar libertad a que el enojo se exprese de manera orgánica y fluida.
Otra forma de expresar el enojo es a través de la expresión artística. Muchos han utilizado la rabia como inspiración para crear hermosas obras de arte. La pintura, la escritura, la fotografía y la escultura se han convertido en bellos canales para que la ira fluya sin dañar a nada ni a nadie. A través del arte la persona expresa su emoción de manera sana, libre y natural, generando a su vez, un producto único, diferente y original.
Expresa el enojo moviendo tu cuerpo
Una tercera forma de expresar la rabia es mediante movimientos corporales. Los seres humanos tenemos la capacidad para detectar el momento exacto en que comenzamos a enojarnos. Sólo necesitamos escuchar las pequeñas señales que nos entrega nuestro cuerpo. Cuando estamos enojados, comenzamos a alzar la voz, nos sentimos más enérgicos, respiramos con más fuerza y tendemos a movernos más rápido, entre otras señales.
Lo esencial en esos momentos es no tomar decisiones. Comunica con firmeza y determinación que sientes enojo y que necesitas tiempo. Sal a caminar, toma aire, grita si es posible y levanta los brazos. Ponte ropa cómoda y sal a correr o practica algún deporte que te guste. Pide ayuda a tu cuerpo para expresar la ira de manera asertiva.
Finalizo con un breve ejercicio
Si necesitas una actividad práctica y concreta que te ayude a comprender en profundidad tu enojo, te recomiendo hacer este pequeño ejercicio de autoconocimiento. Sólo te tomará 15 minutos.
Toma un papel, un lápiz y responde las siguientes cinco preguntas:
- ¿Qué situaciones te generan ira, enojo y/o furia?
- ¿Qué le pasa a tu cuerpo cuando sientes ira? Piensa en tus manos, tu rostro y tu cuerpo.
- ¿Cómo reaccionas ante situaciones que te desagradan o te frustran?
- ¿Cómo reaccionas ante una persona que se encuentra muy enojada?
- ¿Qué estrategias utilizas para expresar tu rabia? ¿Cuáles de las estrategias de este artículo podrías realizar?
Si eres una persona que experimenta ira constante o furia descontrolada, te invito a utilizar una de estas formas. Si quieres dejar de usar medicamentos para controlar tu enojo y necesitas alternativas diferentes, sanas y naturales, no dudes en contactarme para que trabajemos en el programa Crear para Sanar.Recuerda que detrás de esa ira intensa, existe un inmenso temor que quizás no has logrado identificar.
¿Qué te pareció este artículo? Coméntame las formas en que manejas tu enojo y otras estrategias distintas que te resulten interesantes.
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